SP — LARRY ROMANOFF — Una epidemia de fraude extranjero en China — September 23, 2021

Una epidemia de fraude extranjero en China

Por Larry Romanoff – 19 de septiembre de 2020

Traducción: AIX

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El fraude comercial a los consumidores por parte de las multinacionales extranjeras en China se ha generalizado tanto que los factores de confianza normales, como la popularidad de la marca, los altos estándares o una reputación exitosa, ya no son indicadores fiables para los consumidores chinos. Cientos de empresas extranjeras de bienes de consumo han violado, tan consistente y repetidamente, no sólo innumerables leyes, sino todas las normas y estándares de moralidad y ética, de orgullo por el producto e incluso de simple decencia común, que el buen funcionamiento de los mercados podría convertirse pronto en algo imposible. La mayor parte de estas infracciones no son menores; sino que casi todas son punibles y una gran parte de ellas serían calificadas como delitos graves en Occidente. Estarían incluidas la publicidad fraudulenta y los fraudes de precios de consumo de todas las naturalezas, la fijación constante de precios y la manipulación de los precios al por menor, las violaciones de la ley contractual, la conducta de JVs (Joint Venture) fraudulentas, la evasión fiscal, el fraude al consumidor, el soborno, el espionaje, las violaciones de visados, la fijación ilegal de precios de transferencia, las denegaciones de servicios de garantía, la venta de productos usados o reacondicionados como nuevos, la grave contaminación ambiental, el abuso físico de los trabajadores, los salarios por debajo de los niveles legales, las horas extras no pagadas, la venta a sabiendas de carne en mal estado y productos alimenticios contaminados, el envío intencionado de alimentos y bienes de consumo de baja calidad a China, las violaciones flagrantes de la salud. La lista es casi interminable.

Multinacionales americanas como Wal-Mart, Coca-Cola, Pepsi, Nike, Apple y P&G no sólo muestran una terrible falta de responsabilidad social, sino que denotan un claro desprecio mordaz tanto para los consumidores a los que defraudan como para los gobiernos. Se especializan en la explotación de mano de obra barata en los países en desarrollo, combinada con una amplia gama de estrategias comerciales ilegales y criminales, y luego emplean poderosas tácticas de relaciones públicas, cabildeo y soborno, para evitar saldar cuentas por sus productos o acciones. Y en todos los casos, cuando se descubre otro fraude u otra violación, estas empresas responden con una arrogancia que parece casi surrealista, una especie de locura basada en mentiras y negaciones, afirmaciones sobre “valores fundamentales” y “altos estándares”, forzosamente seguidas por una serie de donaciones caritativas, una estrategia de Relaciones Públicas habitual en los hermanos Saatchi. Cuando se descubrió que Coca-Cola vendía productos que contenían niveles peligrosos de pesticidas y de cloro puro, la compañía simplemente negó la indiscutible evidencia, afirmando airadamente que sus productos eran seguros para el consumo, y se negó a retirarlos. Cuando finalmente se vio obligada a destruir todos los productos en mal estado, la compañía emitió una enfurecida y arrogante verborrea de insensateces sobre los altos estándares y los valores fundamentales, recordando a los chinos que Coke había hecho contribuciones a organizaciones benéficas locales. Creo que la mayoría de los chinos renunciarían con gusto a la caridad de Coca-Cola si la compañía retirase los pesticidas de sus bebidas y sus distribuidores se abstuvieran de agredir a los empleados hasta dejarles inconscientes cuando reclaman sus salarios.

Las multinacionales americanas y europeas son mundialmente famosas por presionar a los gobiernos locales para evitar que se establezcan normas de salud, laborales, ambientales u otras normas que interfieran con su rentabilidad, a menudo recurriendo al poder político del Departamento de Estado para intimidar a los gobiernos locales y conseguir así que reduzcan su nivel de exigencia o eviten el enjuiciamiento de sus directivos. La administración presiona a los gobiernos de todas partes en sus intentos de prevenir o descarrilar la legislación laboral y salarial, así como conspirar e interferir en las leyes ambientales. Estos problemas existen en todas las naciones, pero los países en vías de desarrollo son los más afectados debido a una legislación inadecuada y al poder de conspiración de estas empresas en lo relativo a la presión política y al soborno. Existen muchos informes de directivos que, como práctica comercial regular, con frecuencia intimidan y/o sobornan a funcionarios locales y políticos para que pasen por alto las infracciones y evitar así las correspondientes sanciones por violar las leyes. Además, existen muchos informes similares de directivos que ejercen su poder en muchos países para influir en los medios de comunicación y hacer que se supriman las noticias negativas sobre los productos de la compañía, siendo un ejemplo las dimisiones a punta de pistola de Coca-Cola en México.

Coca-Cola, Wal-Mart, Pepsi, Dairy Queen, Danone, Unilever, McDonald’s y KFC llenan los estómagos de China con todo tipo de ingredientes alimentarios tóxicos, provenientes de insecticidas y pesticidas, para liberar cloro y hormonas de crecimiento prohibidas. Venden deliberadamente carne de animales enfermos. Venden bebidas, helados y agua embotellada con asombrosos niveles de contaminación bacteriana, y luego afirman alegremente que sus productos se fabrican según los estándares occidentales y que son seguros para el consumo. No hemos visto el cese de los cosméticos tóxicos, del aceite y la loción para bebés, ni de otros productos de cuidado personal gravemente contaminados por P & G, Johnson & Johnson, y muchos otros. Wal-Mart tiene un historial delictivo de engaño y defraude a los consumidores en China tan largo, que conforman una categoría por sí mismos, habiendo sido duramente sancionados en casi 30 ocasiones en los últimos años, con directivos finalmente arrestados y tiendas clausuradas. Wal-Mart fue sorprendido y sancionado en ocho ocasiones, en un período de diez meses, por etiquetar fraudulentamente carne de cerdo ordinaria como orgánica y por venderla al doble del precio. Tan pronto como los inspectores del gobierno salían de las tiendas, los gerentes de Wal-Mart se encargaban de nuevo de reetiquetar todo el cerdo ordinario como orgánico, y el juego comenzaba de nuevo. La cadena de supermercados francesa Carrefour es casi tan nefasta estableciendo regularmente nuevos récords en China por fraudes en los precios. Danone tiene la reputación de ser una de las empresas extranjeras más sucias de China, conocida por sus productos de baja calidad y contaminados, y por haber tenido problemas con las autoridades legales de China en más de 20 ocasiones en los últimos años.

Las garantías de los productos en China son violadas o simplemente ignoradas, por todo el mundo, desde Apple a LV o hasta Mercedes-Benz; muchas empresas venden deliberadamente productos defectuosos en China y rechazan las reclamaciones de artículos en periodo de garantía. En lo que seguramente es una de las prácticas más sucias jamás llevadas a cabo, P & G se negó a dar reembolsos por sus productos SK-II tóxicos a menos que los clientes firmaran primero una exención legal testificando que el producto era seguro y que no había causado problemas de salud, siendo la demanda de la exención en sí un acto ilegal. Muchas empresas, como Apple y Sony, acostumbran a realizar reparaciones de artículos en periodo de garantía, utilizando piezas usadas o reemplazos de artículos defectuosos por artículos usados y reacondicionados, en lugar de cambiarlos por uno nuevo. Apple es famoso en China por cobrar a los consumidores a veces hasta el 50% del coste original del artículo por reparaciones realizadas en periodo de garantía. Es sabido que las empresas extranjeras, especialmente las que se dedican a los llamados “productos de lujo” como Apple y LV, volverán a colocar artículos usados y reacondicionados en las estanterías de China y los venderán como artículos nuevos.

Estas empresas toman aparente ventaja de cada oportunidad para engañar a sus empleados subcontratando a su personal en agencias de empleo privadas para evitar tener que proporcionar beneficios legales y pagar impuestos a la seguridad social. Las multinacionales extranjeras son las peores a la hora de exigir a su personal horas extras no remuneradas, sintiendo una aparente inmunidad ante todas las leyes nacionales de ámbito laboral. McDonald’s y KFC son bien conocidas por pagar a sus trabajadores el 60% del salario mínimo legislado, alegando “leyes poco claras”. Coca-Cola es famosa no sólo por externalizar a su personal -lo que es ilegal en China- sino porque la agencia de colocación se niega a pagar las horas extras estipuladas y agrede a los empleados que se atreven a solicitar que se les pague por las horas trabajadas. Algunas empresas americanas obligan a los nuevos empleados a firmar un contrato estipulando que se les pagará un cierto salario, pero luego se les paga mucho menos. Los contratos son para que el gobierno los vea. Muchos se ven obligados a trabajar horas extras en exceso, a veces incluso hasta 300 horas al mes. Algunas de ellas son verdaderas organizaciones criminales que deberían ser suficientemente sancionadas como para llevarlas a la quiebra o ser cerradas, y sus directivos deberían estar en prisión.

Muchos productos de marcas extranjeras, incluidos los de marcas de lujo, son elaborados en China y se fabrican con estrictos controles de calidad. Pero incluso esto tiene su lado oscuro. Con frecuencia, y esto ocurre en la mayoría de las multinacionales extranjeras en China, esas mercancías que pasan las inspecciones de calidad están reservadas para la exportación a Occidente, mientras que las que fallan en las pruebas se venden en el mercado chino, y a menudo a precios tres o cuatro veces por encima del precio que se cobraría por el mismo artículo en sus países de origen. Tengo pruebas documentadas que demuestran que muchas marcas famosas van a retirar sus productos de mayor calidad del mercado chino, reservando estos para los EE.UU. y Europa. Esta situación es tan cierta que las ventas de artículos de lujo se han ralentizado en China desde su ritmo vertiginoso de crecimiento anual de dos dígitos, hasta caídas de dos dígitos en algunos casos, principalmente porque la “luna de miel” se ha terminado, y en segundo lugar porque los chinos han descubierto que sus propios productos son en la mayoría de los casos de mayor calidad y por sólo un pequeño porcentaje del precio. En cualquier caso, aquellos que anhelan las marcas extranjeras han aprendido que pueden comprar esos productos en Europa o en otros lugares con mayor calidad y sólo por el 30% o el 50% de su precio en China.

Parece que no hay límite en la magnitud de la codicia ciega que impregna a muchas empresas internacionales, especialmente a las americanas, que operan en China. Las empresas renuncian a los compromisos de las JV, comprando y asfixiando fraudulentamente a las preciadas marcas chinas, para acabar con su consolidación y poder así dominar el mercado. Se dedican a todo tipo de marketing deshonesto, engañando a sus clientes de casi todas las formas imaginables, vendiendo sus productos de baja calidad en China a niveles de precios mucho más altos que en sus propios mercados de origen, y luego incumpliendo las garantías. Algunos realizan pruebas farmacéuticas ilegales u otras pruebas a víctimas inocentes en China, contaminan el medio ambiente de manera severa, y aparentemente con mucha menos preocupación que la mayoría de las empresas nacionales.

Estos problemas han existido durante años. Ya en 2011, Xinhua News publicó un artículo titulado “Cien Mil Fraudes de ‘Pésimamente Elaborados en China'”, que proporcionaba detalles de cómo las autoridades gubernamentales chinas recuperaron a favor de los consumidores chinos más de mil millones de RMB, más de 200 millones de dólares, de empresas extranjeras que en su mayoría eran americanas. Esta recuperación se debió a la venta de alimentos y bienes de consumo de baja calidad, algo no relacionado con el fraude corporativo, ni con la tergiversación y otros actos delictivos. Los literalmente miles de otros casos relacionados con una mala conducta criminal fueron destapados y tratados por separado. El artículo señaló que no sólo los consumidores chinos son cada vez más conscientes de sus derechos, sino que el gobierno ha “ampliado en gran medida los canales a través de los cuales los consumidores pueden expresar sus quejas y obtener compensaciones”.

¿Por qué estas empresas se atreven a involucrarse tan extensamente en actos delictivos de manera pública y defraudan a los consumidores chinos a una escala tan grande? La causa principal es la amoralidad y la codicia de los propios directivos de todas las grandes corporaciones, especialmente las multinacionales, potenciadas por una supremacía blanca profundamente arraigada y por el racismo que Occidente muestra hacia todas las naciones no occidentales. Estos directivos extranjeros creen que los chinos siguen siendo consumidores desinformados que tienden a adorar a Occidente, aprovechando aún más la suposición injustificada de que los chinos carecen de capacidad para discernir acerca de los bienes de consumo y tienden a ser menos críticos. Un autor escribió que “los cualificados vendedores americanos leen las mentes de los consumidores chinos y convierten su confianza y fe en ganancias. Engañar a los clientes explotando su credulidad se había convertido en una estratagema para la mayoría de las empresas americanas en China, empleando comportamientos y prácticas que nunca se plantearían en Occidente”. Una de las principales causas que contribuyeron a esto fue que, por diversas razones, el Gobierno chino siempre ha tratado a las empresas extranjeras con mucha más indulgencia que la concede a las empresas nacionales. Hasta hace poco, las empresas extranjeras pagaban tipos impositivos en China inferiores al 50 por ciento de lo que se les cobraban a las empresas nacionales, y a menudo se les otorgaban exenciones a las normas y políticas o recibían prioridad a la hora de realizar solicitudes. Pocos americanos son conscientes de que las empresas de los EE.UU. también se beneficiaron de varias subvenciones (algunas importantes) del gobierno central de China.

A raíz de esto, los directivos de estas empresas extranjeras en China desarrollaron la falsa creencia de que su pasaporte les daba inmunidad legal y moral. Su sentido de superioridad y de racismo les llevó a seguir tratando a China como un mercado de tercera categoría. Por supuesto, esta conducta siempre ha sido un hecho al otro lado de la frontera de Hong Kong, donde estas empresas rara vez fueron sancionadas en virtud de las inexistentes Leyes de Hong Kong, ni por delitos financieros, ni por los que resultaban en daños físicos. Al final, la falta de supervisión gubernamental y de aplicación punitiva de la ley y una codicia aparentemente insaciable de beneficios, se combinaron para producir un panorama corporativo en China completamente desagradable que no cambiará hasta que los directivos de estas empresas extranjeras comiencen a pagar por sí mismos -y en gran medida- por su actividad delictiva. Los directivos de las empresas actuarán correctamente sólo cuando las violaciones den lugar automáticamente a encarcelamientos, junto con pérdidas financieras personales graves. Además, estos parásitos impulsados por la codicia seguirán sintiendo poca motivación para mejorar sus actitudes hasta que el público chino les castigue con un boicot total a los productos de su empresa.

Al principio, los consumidores chinos confiaban, con una fe ciega, en la calidad de las marcas extranjeras, y eran reacios a quejarse firmemente y a boicotear a las empresas que se aprovechaban de ellos. Pero se volvieron rápidamente más perspicaces en su valoración de los productos extranjeros y más exigentes tanto en calidad como en servicio. Poco a poco, fueron descubriendo los alimentos y los productos de consumo no saludables distribuidos por las empresas extranjeras, y también se dieron cuenta de que podían comprar los mismos productos extranjeros en otros lugares por la mitad de precio o menos. En años anteriores, las empresas extranjeras de bienes de consumo en China habían estado experimentando un crecimiento de ventas de dos dígitos por año, pero para el año 2016, la mayoría de los productos de consumo americanos y europeos y las empresas de FMCG en China estaban atravesando su tercer año de caída constante en las ventas, visto como una tendencia perturbadora y casi con toda seguridad irreversible. Muchos atribuyeron esta disminución a la crisis financiera de 2008, o a una desaceleración de la economía china. Algunas de las mentes más brillantes reconocieron que su dilema era el resultado del retorno de los consumidores chinos a las marcas nacionales, pero aparentemente nadie parecía dispuesto a enfrentar el hecho de que la “luna de miel” se había terminado porque la realidad se había distanciado excesivamente de las expectativas. Los consumidores chinos habían probado las marcas extranjeras y las encontraron faltas de calidad, utilidad y seguridad, al darse cuenta de que les habían dado gato por liebre. Se percataron al mismo tiempo de que esas famosas empresas extranjeras les habían aumentado los precios sin piedad, a la vez que sacaban provecho de otras muchas maneras. Y con el tiempo se alejaron, volvieron a sus propias marcas nacionales de confianza y mucho menos costosas. Y no volverán.

    • Mimando a las multinacionales extranjeras

Thom Hartman escribió un artículo en el “The Third World Traveler” en la sección de Política Exterior de los EE.UU., titulado “Coddling Foreign Multi-Nationals” [Mimando a las multinacionales extranjeras], en el que dijo:

“Las empresas multinacionales tienen un abundante capital, sistemas de gestión avanzados y una buena reputación de marca. Por lo tanto, deben liderar el camino hacia la demostración de cómo dirigir las empresas con honestidad y sinceridad. Sin embargo, los recientes incidentes en materia de seguridad alimentaria han hecho que el público sea consciente de que el mero autocontrol no puede impedir que las empresas de renombre violen las leyes y los reglamentos. El deseo de obtener más beneficios siempre impulsa a las empresas a seguir acercándose al límite regulatorio más bajo, lo que se traduce en estándares más bajos, costes más bajos y beneficios más altos”.

La seguridad alimentaria es crucial para la salud de las personas, pero a los ojos de algunas empresas se trata simplemente de un negocio. Los beneficios que obtienen por transgredir las leyes y las regulaciones son mucho más elevados que las multas y los costes por solicitudes de indemnización. Si obtienen millones de yuanes en ganancias violando las reglas, pero sólo son sancionados con 100.000 yuanes, la codicia evidentemente crecerá y con el tiempo se volverá imparable. Debido a los costes extremadamente bajos por violar las leyes y las regulaciones en China, las empresas multinacionales sencillamente no pueden resistir la tentación de obtener ganancias sin apenas esfuerzo. Confortar a las empresas que violan las leyes y regulaciones después de castigarlas sólo las hará más codiciosas, y en última instancia arruinará la reputación de una industria en concreto, en lugar de disuadirlas de violar las reglas de nuevo. ¿Por qué siguen surgiendo este tipo de problemas y por qué en China? El comentarista del “Beijing Times”, Xun Lifan, expresó su opinión al respecto:

“Se han desarrollado diferentes estrategias como consecuencia del entorno empresarial de China. Muchas empresas de propiedad extranjera que operan en China están acostumbradas a las políticas preferenciales proporcionadas por el gobierno chino, y carecen de competidores nacionales serios, lo que las hace demasiado arrogantes como para respetar a sus clientes tanto como deberían. Además, la posición vulnerable de los consumidores dificulta su protección, lo que alentó a las grandes empresas a llevar sus operaciones comerciales a niveles extremos”.

Las empresas multinacionales en China se han visto presionadas por una ofensiva en contra de una variedad de prácticas, incluyendo supuestos problemas de monopolio, corrupción y seguridad, una presión que se está acelerando en los últimos años. Se ha observado que las investigaciones chinas se centran injustamente en empresas extranjeras, a la vez que proporcionan recursos legales insuficientes. Si hay algo que puede deducirse de todo esto es que está claro que las multinacionales ya no disfrutan del estatus privilegiado con el que contaban hace diez o quince años. Los salarios están aumentando, el entorno de aplicación de la ley es más severo, los procedimientos de concesión de licencias se han vuelto más difíciles, el precio de las materias primas está aumentando, y las empresas chinas locales son cada vez más competitivas.

Hartman terminó su artículo con una pregunta acerca de la existencia a largo plazo de estas multinacionales americanas en China, considerando que podrían cambiar su producción y otras instalaciones a otros países de Asia, ya que podrían encontrar “demasiado costoso hacer negocios en China”. Estas empresas sin duda trasladarán la producción a países donde los costes sean menores, y ya lo han estado haciendo, pero se evitarán los verdaderos problemas que están relacionados casi exclusivamente con la criminalidad ejecutiva y el rápido aumento de las sanciones por ese comportamiento. Si empresas como Wal-Mart, Pepsi, Nike, Coca-Cola, P&G y Apple se van de China porque los costes de obedecer las leyes se están volviendo arduos, entonces, cuanto antes se vayan mejor para todos. De hecho, las autoridades chinas han ido aumentando tanto la supervisión como las sanciones contra las empresas transnacionales extranjeras, pero en todo caso esta actividad debe aumentar, y con penas de prisión necesariamente añadidas a las sanciones financieras. Y tengo que reconocer que me reí a carcajadas cuando leí en uno de los informes anuales de la AmCham que el número de empresas americanas que “estaban contentas” en China disminuyó del 43% al 28% en un año. Me gustaría ver la lista de la AmCham de las empresas chinas que “están contentas” en los EE.UU. Pero al final, sin duda, la mejor solución para estos problemas es un boicot total a la mayoría de los productos americanos, un boicot que debe permanecer en vigor hasta que estas empresas sean “purificadas a través de la bancarrota”.

Vale la pena señalar, a modo de comparación, que la sucursal del Banco de China en Nueva York fue multada con US$20 millones por lo que fue una cuestión trivial de contabilizar las garantías de préstamos, en la que no hubo pérdida ni sugerencia de evadir las regulaciones. Ningún banco en los EE.UU., nacional o extranjero, había sido sancionado con una cantidad tan elevada por un asunto tan trivial, aunque después de la oposición de Pekín la multa se redujo a la mitad. Hay muchos más bancos americanos en China que bancos chinos en los EE.UU., y China nunca había sancionado a una empresa americana, ni siquiera por delitos mucho más graves (y delictivos) relacionados con la salud y las lesiones personales. Es hora de que este paisaje cambie.

Hay otro asunto aquí que tiende a ser pasado por alto por todos, especialmente por los medios de comunicación y los auto-proclamados “expertos” en la participación extranjera en China, siendo este que los fraudes extranjeros no son perpetrados en China por las corporaciones, sino por individuos. Una “empresa” no puede cometer un delito, porque una empresa es simplemente un pedazo de papel en una sede legal de algún lugar. Son personas reales las que toman estas decisiones y cometen estos crímenes, y aquí es donde se debe poner el foco. Multar a una empresa sólo sirve para castigar a los accionistas inocentes al disminuir sus ganancias, pero no tiene ningún efecto en los directivos de las empresas que tomaron esas decisiones delictivas. La solución no son las multas, sino largas sentencias penales. China está tomando la ruta americana, la cual consiste en considerar que los directivos de las multinacionales son inmunes a la persecución penal, y sólo tenemos que observar a los EE.UU. en la actualidad para ver el resultado de esta filosofía.

En China, existe entre muchos extranjeros un desprecio generalizado por China, por el pueblo chino y su cultura y por las leyes y regulaciones chinas, los crímenes corporativos conforman sólo una parte de este panorama. Hace poco conocí a un americano en Shanghai que conducía uno de los viejos modelos de las motocicletas Changjiang y, mientras hablábamos, me dijo que había sido detenido por la policía local mientras conducía su moto estando muy, pero que muy borracho. El policía llamó a su esposa para que llevara al hombre a casa, mientras él (el policía) llevaba la motocicleta. No fue arrestado ni multado, pero le retiraron el permiso de conducir durante 6 meses. Cuando le pregunté por qué todavía conducía su motocicleta, me dijo: “Esto es China. ¿A quién le importa? Ni siquiera saben hablar inglés. No le harán nada a los extranjeros”. En un ejemplo similar en Shanghai, tres jóvenes estadounidenses, tal vez de 25 años, fueron vistos metiendo sus bicicletas en el metro, algo que no está permitido en Shanghai. Estos hombres lo sabían, así que entraron en el metro por las puertas de salida, levantando sus bicicletas sobre los torniquetes y obviamente sin pagar tampoco por sus tickets. En este caso, algunos pasajeros los detuvieron hasta que llegó la policía, pero este tipo de sucesos ocurren continuamente en cualquier rincón de China. La actitud subyacente emana de la insufrible superioridad moral que impregna casi todo lo americano. Lamento añadir que también es racista. En un caso más obvio de finales de 2016, un jugador de baloncesto americano de la NBA llamado Bobby Brown se jactó, a través de fotos en Internet, de cómo esculpió su nombre y el de su equipo con enormes letras en la Gran Muralla. Su publicación: “Lo pasé genial hoy en la Gran Muralla China”, con fotos de él pintarrajeando una de las reliquias culturales e históricas más preciadas de China. Una vez que su publicación había desencadenado una tormenta de indignación, Brown hizo otra publicación, diciendo: “Me disculpo. No quise hacer daño con esto. Respeto la cultura china. Cometí un honesto error”. Pero inmediatamente después de salir de China, borró sus disculpas. Saquen sus propias conclusiones.

    • Robo de salarios en China

Las empresas de trabajo temporal pueden satisfacer una necesidad en el mercado laboral de una nación, ya que a menudo sucede que las empresas de muchas industrias requieren mano de obra adicional durante los períodos de vacaciones o de alta demanda estacional. Los gerentes de las empresas lo valoran, porque una sola llamada telefónica puede traducirse en el número necesario de trabajadores por un día, por una semana o por un mes. Sin embargo, los altos ejecutivos de las multinacionales americanas lo valoran por otras razones, la principal es que a estos trabajadores temporales por definición sólo se les paga una tasa por hora, a menudo el salario mínimo legal y, lo que es aún más importante, no tienen derecho a la gama de prestaciones legales que incluyen atención médica, pensiones, seguro de desempleo, períodos legislados de notificación de terminación de contrato, embarazo y licencia por enfermedad, y muchos otros requisitos de este tipo. En general, es ilegal en China despedir a una trabajadora embarazada, y además la empresa debe proporcionar una generosa baja por maternidad, pero estas disposiciones se aplican únicamente al personal permanente y no a los trabajadores temporales. Ya se pueden imaginar la tentación.

Esta es una práctica laboral americana que ha atraído la, cada vez mayor, atención del gobierno en China, la alarmante tendencia de subcontratar personal permanente a tiempo completo a empresas de trabajo temporal, principalmente para evitar el coste de pagar beneficios legales, pero también para eludir la responsabilidad por una serie de acciones que de otra manera serían ilegales. Coca-Cola es famosa por esta práctica americana. Como en todas las naciones occidentales, en China es ilegal contratar a personal permanente a tiempo completo a través de empresas de trabajo temporal, o emplear mano de obra subcontratada para otros puestos que no sean temporales. Pero si tienes un abogado inteligente que sabe jugar con las reglas, puedes encontrar la manera de hacer creer que éstos son en realidad simplemente trabajadores “temporales”, y puedes pagarles mucho menos a la vez que evitas toda responsabilidad por su seguridad social y sus prestaciones obligatorias, y por el trato abusivo. En un caso reciente, inmediatamente antes de que entraran en vigor las nuevas leyes laborales en China, Coca-Cola despidió a todos sus empleados en algunas localizaciones de China y los cedió a una agencia de colocación por la mitad del salario. Un empleado de Coca-Cola informó que “nos llamaron a una reunión… sin previo aviso, y nos dijeron que estaban externalizando nuestros empleos y que nos cedían a un tercero. Ya no seríamos empleados de Coca-Cola”. Pero no nos desviemos de la cuestión principal, que era que los ejecutivos de Coca-Cola dieron este paso drástico justo antes de que cambiaran las leyes, en lo que sin duda era un intento descarado de eludir las nuevas leyes. Otras firmas americanas, Schering-Plough entre ellas, hicieron lo mismo.

Los gerentes de Coca-Cola afirman que contratan a trabajadores temporales porque el embotellado de bebidas es un negocio estacional, pero las investigaciones han demostrado que tal vez el 50% del personal de las plantas de la compañía a lo largo de todo un año consiste en mano de obra temporal externalizada. Ha sido ampliamente documentado que la sede de Coca-Cola en China cuenta con empleados que han estado trabajando ininterrumpidamente durante 10 años en el mismo puesto como “trabajadores temporales”, si bien se les pagaba menos del salario mínimo, una situación que contiene claras y múltiples violaciones de la ley. Hubo muchos medios de comunicación que informaron de que casi la mitad de los empleados de la planta de Hangzhou de Coca-Cola fueron “cedidos ilegalmente”, empleados por las agencias de colocación, pero trabajando a tiempo completo para Coca Cola. La dirección de la empresa en China insiste en que el uso de empresas de contratación es lícito y que los “auditores independientes” han confirmado que estaban “totalmente conformes con la legislación laboral local”. Esto se traduce en que encontraron maneras inteligentes de eludir la ley a la vez que se volvían demasiado amistosos con algunos de los funcionarios de la oficina de empleo del gobierno en Hangzhou. Hace algunos años, los estudiantes llevaron a cabo unas investigaciones en cinco plantas embotelladoras de Coca-Cola, descubriendo que existían graves violaciones legales en cada una de ellas, uso a largo plazo y de gran cantidad de mano de obra subcontratada, lesiones frecuentes en el lugar de trabajo, medidas de seguridad insuficientes, deducciones salariales, atrasos salariales, horas extras excesivas, etc. Después de comunicar públicamente el informe hubo mucha cobertura mediática que resultó en una fuerte reacción pública que no dio a los directivos de Coca-Cola otra opción que responder, aunque negaron sistemáticamente el problema fundamental del uso ilegal de mano de obra subcontratada. Hay informes que muestran que con el paso de los años nada ha cambiado ni lo más mínimo, el gran volumen de trabajadores subcontratados empleados ilegalmente no se ha visto reducido, los salarios siguen estando muy por debajo del mínimo legal, la seguridad de los trabajadores es aparentemente ignorada, y los trabajadores no tienen seguro ni otros beneficios reglamentarios.

Entre los abusos laborales documentados en las plantas embotelladoras de Coca-Cola se encuentran las frecuentes afirmaciones de que se exige a los trabajadores que firmen un contrato en blanco en el que sólo se ha introducido la fecha de caducidad, o que contiene un salario ficticio destinado sólo a que los inspectores del gobierno lo vean. Según un grupo de trabajadores estudiantiles, “un gerente de la agencia nos pidió que firmáramos un contrato que indicase que se nos pagaría el salario mínimo de Hangzhou, que es de 5,7 yuanes, pero al mismo tiempo nos dijo que sólo se nos pagarían 4,5 yuanes y que tendríamos que trabajar 12 horas al día, y sin las horas extras debidamente remuneradas. Nos preguntábamos cuánto le pagaría Coca-Cola a la agencia”. Zhen Zhiqiang, el gerente de la agencia, afirmó que a los estudiantes se les pagó el salario mínimo y que estaban mintiendo. Un investigador informó que bajo la presión de los gerentes de Coca-Cola, el personal “a menudo trabajaba 12 horas al día durante todo un mes sin un solo día libre”, y SACOM dijo que este trabajo cedido (externalizado) siempre implicaba el trabajo de horas extras, hasta 150 horas al mes en Swiredong Guang Coca-Cola, en otras palabras, trabajando 16 horas diarias, mientras que otros se veían obligados a trabajar horas extras excesivas, a veces hasta 300 horas por mes. La prensa china comunicó, en virtud de las investigaciones, que los empleados de Coca-Cola estaban “involucrados en el trabajo más peligroso, intenso y tedioso, que trabajan largas horas, pero recibían los salarios más bajos y se enfrentaban a retrasos e incluso recortes en su salario”. Está claro que Coca- Cola está incorporando a China su capacidad destructiva de mano de obra, derechos humanos, políticas ambientales y productos. Mi visión de la situación es que algunos funcionarios laboristas en Hangzhou y Guangdong, y más de unos cuantos directivos de Coca-Cola en China, deberían permanecer en prisión hasta que Coca-Cola convierta a todos sus trabajadores subcontratados en empleados a tiempo completo, como exige la ley. 

Hace unos años, la filial de Coca-Cola en China se vio involucrada en un enorme escándalo público, relacionado con una serie de intimidaciones y de violencia física hacia estudiantes universitarios que habían sido contratados para trabajos de verano a través de la agencia de contratación externa de la compañía. Al final del verano, cuando los estudiantes aparecieron en la oficina de la empresa, según las instrucciones para recibir su paga final, les negaron las horas extras y otros salarios ganados y fueron amenazados por el personal de la empresa. Un estudiante llamado Xiao Liang, que aparentemente no fue intimidado e insistió en que le pagaran lo que se le debía legalmente, fue golpeado por dos gerentes de la oficina de la empresa de trabajo temporal, tuvo que ser hospitalizado con graves heridas en un ojo y en una mano, y posteriormente fue diagnosticado de una rotura de tímpano y un daño permanente en la audición. El incidente ocurrió en la oficina del sub-director general de Zhiqiang Company, la empresa de trabajo temporal de Coca-Cola. La respuesta del personal ejecutivo de Coca-Cola fue, como ya es habitual en situaciones similares, negar cualquier responsabilidad por las acciones de su agencia, y descartar la violencia como un incidente aislado, pero contrariamente a lo que afirma Coca-Cola, la investigación preliminar de la CLB demostró que esta agresión en el puesto de trabajo era un problema grave y generalizado. Algunos funcionarios de la filial de Coca-Cola en China dijeron que Coca-Cola no estaba involucraba en la disputa. Zhai Mei, el director asociado de asuntos externos de Coca-Cola en China, dijo a los medios de comunicación “Lamentamos mucho lo que le pasó a Liang, pero el conflicto es estrictamente entre Liang y la agencia de contratación. La fábrica embotelladora y Coca-Cola no están al tanto de la situación”. Afirmó además que,Coca-Cola y sus embotelladoras no sólo “cumplen estrictamente con las leyes y regulaciones en materia de prácticas laborales”, sino que también “exigen estrictas directrices” a sus agencias de empleo.

Una práctica compartida por Yum, KFC, Pizza Hut y McDonald’s es el robo de salarios. Estas firmas son tan conocidas como Coca-Cola a la hora de encontrar todas las formas posibles de pagar menos a sus empleados. Esto es particularmente cierto y exasperante en China, donde KFC genera la mitad de sus beneficios mundiales, con un volumen de ventas que supone la mitad de lo que vende en los EE.UU. El personal contratado a tiempo parcial es especialmente explotado de manera injusta, con KFC y McDonald’s pagando sólo el 60% del salario mínimo estipulado en China y excusándose sistemáticamente en “regulaciones poco claras” a la vez que continúan violando las leyes. Los críticos americanos se quejan de que las empresas de los EE.UU. son señaladas por este tipo de atención mediática, pero el hecho es que las empresas americanas llegaron a China presumiendo de sus altos estándares y alta calidad, de emplear “mejores prácticas internacionales”, y de ser generalmente superiores en todos los aspectos, pero luego demostraron ser las menos honestas y las más depredadoras de todas las empresas. Son las empresas americanas las que harán un amplio uso de todos los vacíos legales posibles para evitar pagar salarios y proporcionar beneficios reglamentarios a su personal. Las autoridades chinas han sido demasiado indulgentes con estas empresas americanas durante demasiado tiempo, hasta alcanzar un punto en el que se creen que están por encima de toda la legislación nacional.

A pesar de su bonita apariencia y sus atractivos productos, Apple cuenta con algunas de las prácticas laborales más deplorables de todas las multinacionales americanas. Steven Jobs es venerado como un innovador debido al iPhone de Apple, pero nada de esto tiene que ver con el iPhone. La verdadera innovación de Jobs fue encontrar una empresa -Foxconn- que construyera un campo de concentración para un millón de empleados, donde pudieran fabricar y ensamblar iPhones, mientras el millón de jóvenes trabajadores vivieran al borde de la inanición. En el momento de redactar el presente informe, Apple reposaba sobre una pila de dinero en efectivo de 150 mil millones de dólares (luego aumentó a $200 mil millones), pero toda esa cantidad de efectivo fue robada a los trabajadores que fabricaron los productos de Apple. Si Jobs hubiera aceptado la responsabilidad por los que eran en realidad empleados de Apple y les hubiera pagado algo parecido a un salario digno, esos 200.000 millones de dólares se reducirían a cero. El “factor de prestigio social” del iPhone es irrelevante en esta ecuación. Los beneficios de Apple no se lograron de forma honrada; si no que provenían del robo de salarios a los jóvenes más vulnerables de la sociedad, que necesitaban un trabajo y abrirse camino en la vida. Steve Jobs quería que Apple fuera rentable, con un margen de alrededor del 40%, pero para tener éxito en su búsqueda, Jobs primero tuvo que asegurarse de que otros fracasasen en la suya. Y lo hizo. Incluso en un informe interno de la compañía, Apple admitió las condiciones insalubres que existen dentro de las fábricas que elaboran y ensamblan sus productos, admitiendo que al menos 55 de sus 102 fábricas estaban haciendo que el personal trabajara más de 60 horas a la semana, que sólo el 65% pagaba los salarios mínimos legales o las prestaciones obligatorias, y que 24 de las fábricas no se acercaban en absoluto al salario mínimo de China. La presión ejercida sobre estos jóvenes para obtener una mayor productividad era verdaderamente inconcebible, con docenas de jóvenes suicidándose, un hecho que no paso desapercibido para Steve Jobs o Tim Cook, pero que finalmente no resultó en ninguna acción. Una organización de derechos humanos acusó a Foxconn de hacer una gestión “inhumana y miliciana”, pero ni los ejecutivos de Foxconn ni de Apple se preocuparon por hacer ningún tipo de comentario.

Hace unos años, Carrefour fue criticado en China por haberse negado a aumentar los salarios durante más de diez años, con directivos de la compañía negándose a aceptar el sistema de negociación salarial colectiva que ha existido en China durante décadas. Dado que China no tiene un régimen obligatorio con fuertes sanciones por violar estas regulaciones, es más barato para los ejecutivos de Carrefour ignorarlas. Según los medios de comunicación, los salarios de más de 6.000 empleados de unas 20 tiendas Carrefour en Shanghai apenas cambiaron entre 1998 y 2010, mientras que el salario promedio de los trabajadores de Shanghai se triplicó. Muchas multinacionales americanas hacen lo mismo. Parece que ningún comportamiento es demasiado rastrero para un gerente de Carrefour. Sin duda habréis visto expositores en supermercados donde una empresa contrata (por regla general) a jóvenes estudiantes universitarios para distribuir muestras gratuitas o sabores gratuitos de un nuevo producto. Carrefour no solo cobra altas tarifas por permitir este marketing in situ, sino que lo ve como una fuente de mano de obra esclava gratuita. Las chicas suelen trabajar una jornada de 8 o 10 horas, después de lo cual el gerente de la empresa les exige que se pongan un uniforme de Carrefour y trabajen otras 4 horas –no remuneradas- para la tienda. El incentivo es que, si se niegan, se le dará una referencia negativa a su empleador y perderán sus puestos de trabajo.

    • Y no sólo las corporaciones . . .

El propio gobierno de los Estados Unidos tiene una larga historia de fraude al público chino cada vez que se presentaba una oportunidad adecuada. Un ejemplo de ello ha sido la expedición de visados americanos de turismo a ciudadanos chinos. El Departamento de Estado de los EE.UU. no hizo público esto, pero AmCham, la Cámara de Comercio de los EE.UU., se jactó en uno de sus informes anuales de que las solicitudes chinas de visado constituían “una fuente significativa de ingresos para el Departamento de Estado”. La razón era doble: la primera, que el Departamento de Estado cobraba 1.000 RMB por solicitud, con un oficial de visados capaz de procesar al menos 16.000 solicitudes en un año, ganando así unos 16 millones de RMB por oficial, de los cuales el Departamento de Estado tiene alrededor de unos 50 en China, generando unos ingresos totales de unos 800 millones de RMB por año. La segunda parte, y aún mejor, es que la tasa de solicitud de 1.000 RMB era “no reembolsable”, y que los consulados americanos deliberadamente hicieron el proceso de solicitud tan complicado y largo que muchos, o incluso la mayoría, de los solicitantes simplemente abandonaron el proceso, dejando al Departamento de Estado con la mayoría de sus 800 millones de RMB como beneficio neto. Esto constituye una desmesurada alza en los precios que supera incluso a la asombrosa codicia de la mayoría de las compañías y universidades de atención sanitaria americanas en China, y mirando los detalles no hay manera de llegar a la conclusión de que esto tenía todos los signos de una estafa deliberada y fraudulenta. Otro aliciente era que, dado que estas tasas se entregaban a los consulados de los EE.UU. en efectivo, no crearían ni papel ni rastro bancario accesible a las autoridades chinas, lo que permitiría que el dinero se repartiera discretamente (también en efectivo). El Departamento de Estado tenía entonces un método absolutamente oculto para utilizar esos beneficios de los visados en la financiación de las actividades de USAID, el NED y varias otras ONG americanas políticamente incestuosas en China, una manera inteligente de utilizar el dinero de los ciudadanos chinos para financiar los esfuerzos de desestabilización de la CIA en el Tíbet y Xinjiang. Entre otras cosas.

Otro fraude más visible fue promovido en la legislación iniciada por el senador judío-americano Charles Schumer, uno de los enemigos más renombrados de China, que se mostró infame con afirmaciones de que el RMB de China estaba infravalorado en un 40%. En este caso, Schumer concibió un plan para reflotar la economía americana absorbiendo enormes cantidades de efectivo de las cuentas bancarias de los (en la mente engañada de Schumer) cientos de millones de ciudadanos chinos desesperados por vivir en los EE.UU. pero incapaces de obtener un visado de turismo (ver arriba). El plan era brillante. Cualquier ciudadano chino podría recibir un visado americano de tres años, renovable automáticamente, haciendo dos cosas simples: (1) comprar una casa en los EE.UU. de más de 500,000 dólares y, (2) acordar pagar impuestos al gobierno de los EE.UU., a perpetuidad, sobre todos sus ingresos mundiales. Las estipulaciones adicionales eran que la compra de la casa debía ser en efectivo, y que el visado era sólo turístico, sin posibilidad de obtener una tarjeta verde, permiso de trabajo u otras enmiendas. Como dije, el plan de Schumer era brillante en su concepción. El mercado inmobiliario americano estaba en la cuneta después de 2008, sin esperanza de resurrección, pero ahora de repente tendríamos cientos de millones de chinos ansiosos, apresurándose por comprar una casa y volver a inflar así la burbuja de la vivienda a alturas aún mayores, resolviendo así la crisis de la vivienda de EE.UU. y sin costarle un centavo al gobierno americano. Estas esperanzas eran cada vez más comunes entre los americanos, ya que la riqueza de la clase media emergente de China se consideraba una panacea para todos los problemas americanos de los últimos años. Como señaló un escritor, “cuando los trabajadores americanos necesitaban trabajos, se ofrecía una tarjeta verde condicional a cambio de medio millón de dólares y 10 oportunidades de trabajo locales. Cuando las tierras de cultivo americanas necesitaban ser cultivadas, se ofrecía una tarjeta verde condicional a aquellos que estaban dispuestos a comprar grandes parcelas y contratar a los campesinos. Y ahora, ¿por qué no salvar el mercado de la vivienda en apuros aprovechando esos bolsillos chinos sin fondo una vez más?”. Con suerte, China volvería a convertirse en un cajero automático que dispensaría cientos de miles de millones de dólares para reflotar la economía americana. Sin embargo, si bien el plan de Schumer pudo haber sido brillante en la concepción, resultó ser ridículo en la ejecución, con concretamente cero ciudadanos chinos aprovechando la oportunidad de pagar impuestos sobre la renta de manera indefinida al gobierno de los EE.UU. cuando no eran ni ciudadanos americanos ni ganaban dinero en los EE.UU.

    • ¿Deber dinero a una empresa china?

Este tema fue impulsado originalmente por una historia publicada en el programa canadiense Globe & Mail, sobre un hombre de negocios canadiense con una peculiar visión de hacer negocios en China. Un tal Sr. Jim Tyrer y su empresa, Trans-Pacific, enviaron un cargamento de madera de calidad inferior a una empresa china de Tianjin. El cliente, por supuesto, se quejó, y aunque Tyrer admitió que su producto era de menor calidad, se negó a aceptar una devolución o a reembolsarle el dinero al cliente. La empresa de Tianjin finalmente presentó la demanda ante los tribunales y obtuvo una sentencia favorable por el valor del envío. Sin embargo, Tyrer ignoró la sentencia judicial y se negó a pagar porque su abogado le advirtió que, como Trans-Pacific no tenía activos en China, “el fallo judicial chino era inaplicable”. Desafortunadamente para Tyrer, las cortes chinas no estuvieron de acuerdo, y aunque las eludió la primera vez, le estaban esperando a su regreso. Fue arrestado antes de que partiera y puesto en libertad sólo después de que el pago a los tribunales fuera realizado. The Globe & Mail, sin ningún reparo, convirtió el artículo en lo que ellos llamaron “una historia con moraleja acerca de hacer negocios con China”, lo que debería haber sido en realidad, una historia acerca de hacer negocios con canadienses. Y no sólo canadienses. Parece que estamos desarrollando una especie de nuevo deporte olímpico, incumplir con las deudas contraídas con empresas chinas con el argumento de que a los chinos no les gusta la confrontación y el conflicto, y que probablemente no demandarán.

 

Después de esto, descubrimos una serie de artículos esclarecedores publicados por un abogado americano llamado Dan Harris, quien recomienda abiertamente renegar de las deudas contraídas con empresas chinas, sobre la misma base que se describió anteriormente. Esto fue publicado en [China LawBlog, por el abogado americano Dan Harris el 9 de julio de 2009. Harris & Moure; 600 Stewart Street, Suite 1200, Seattle, Washington, 98101 Teléfono: (206) 224-5657: http://www.chinalawblog.com/]

Harris escribió un cautivador artículo titulado “Cómo obtener un producto gratuito de China: Simplemente no pagues”. Siendo el abogado americano inteligente que es, Harris nos dice que él no está recomendando renegar de las deudas con las empresas chinas, a la vez que recomienda alegremente renegar de estas deudas. De la siguiente manera:

“Si le debe dinero a una empresa china por sus productos y no puede pagar a todos sus acreedores, omita a la empresa china. Por lo que sé, hay casi un 100% de probabilidades de que nunca te demande para recuperarlo. Hace aproximadamente un año, un cliente acudió a mí para hacerme una consulta con respecto a una disputa que estaba teniendo con su proveedor OEM chino. La compañía china amenazaba con demandar a mi cliente por unos 350.000 dólares, por sus facturas. Le aconsejé a mi cliente que no pagara nada. Me reuní con este cliente americano (más tarde) y le pregunté “¿qué pasó con ese proveedor chino que había estado amenazando con demandarte?” Su respuesta fue que nada había cambiado. Cada pocas semanas, la compañía china le enviaba correos electrónicos reclamando sus $350,000 y amenazando con demandarle. Mi cliente respondía ofreciéndoles $200,000 en total y la compañía china se negaba. Nos reímos y seguimos adelante.

Harris aconseja a aquellos que leen la página web de su firma que, primero “Saque a todos de la ciudad”. En otras palabras, cuando planee incumplir con sus deudas con una empresa china, primero envíe a todo su personal americano (y sus activos) de vuelta a los EE.UU., luego dígale a su proveedor chino “desde muy lejos” que no va a pagar. Sorprendentemente, Harris parece estar sugiriendo a las empresas americanas que hagan esto como algo natural, siempre que no tengan activos chinos que puedan ser embargados. Claramente, está fijando este pensamiento de manera solida en sus mentes. Según Harris, tiene usted que hacer una gran compra a una empresa en China, y después sencillamente ignorar sus demandas, y tarde o temprano se irán y usted no tendrá que pagar. Y si tal vez planea pagarles algún día, asegúrese de poner a las empresas chinas en la parte inferior de su lista de pagos. ¿Qué más hay que decir? Harris nos está inculcando los principios americanos conocidos como “estado de derecho” y “jugando según las reglas”. ¿Se imaginan el clamor en los medios occidentales si un abogado chino recomendase públicamente a las empresas chinas que renieguen de sus deudas americanas sobre la base de que no tienen activos americanos y que las sentencias son inaplicables?

Ciertamente Harris ha motivado tal comportamiento. Varias empresas americanas confirmaron este enfoque. En un caso, un directivo estadounidense publicó en el blog de Harris: “Esto es completamente cierto. Esto es exactamente lo que hizo mi empresa y nos salimos con la nuestra. Se le debía dinero a una empresa china y todo lo que tenían que hacer era demandarnos y habríamos pagado, pero ellos solo seguían llamando y escribiendo y llamando y escribiendo y escribiendo, y sencillamente nunca pagamos. Al principio me sentí mal por ello, pero luego empecé a verlo como una venganza por cómo las empresas americanas son tratadas allí”. Otro directivo publicó lo siguiente: “Esto es lo que pasó con mi empresa. Elegimos no pagar a uno de nuestros acreedores chinos porque no podíamos pagar a todo el mundo. Dijeron que nos demandarían y nos escribió un abogado (de China), pero luego se dieron por vencidos”.

Según Harris, el problema no es que las empresas americanas sean deshonestas y renuncien a sus deudas. Más bien, el problema es enteramente de China, por “el terrible trabajo que hacen sus empresas en lo relativo al cobro de su deuda internacional”. Él nos dice que hay innumerables historias de empresas chinas que envían productos al extranjero y luego nunca reciben los pagos, pero es su culpa, por confiar en los americanos. Y supongo que tiene razón. No se puede confiar en los americanos. Claramente, las empresas chinas deben ser más prudentes a la hora de reclamar los créditos por las exportaciones. La mejor solución es el efectivo por adelantado o una carta de crédito irrevocable. Un gran número de exportadores chinos, especialmente los más pequeños, se preocupan por la pérdida de clientes y a menudo se ven tentados a conceder créditos en situaciones injustificables. Dados los escasos márgenes de exportación, una gran deuda no pagada puede representar fácilmente los beneficios de todo un año. La cultura china es mucho menos beligerante que la de naciones como los EE.UU. que recurren fácilmente a los litigios por la disputa más pequeña. Para los chinos, este tipo de guerra abierta es un fracaso, con la negociación como el proceso preferido. Pero la negociación sólo es posible con participantes sinceros, y los americanos no demuestran tal sentimiento.

 

Hay muchos de estos ejecutivos corporativos siguiendo (o tratando de seguir) el consejo de Harris, y por la evidencia acumulada son pocos los impagos imprevistos en los que un comprador simplemente se quedase sin efectivo. Más bien, hay pruebas sustanciales que demuestran que estos incumplimientos están planeados, las empresas americanas cuentan con la probabilidad de que no sean demandadas en los tribunales americanos. A menudo, un comprador sin escrúpulos comienza con pequeños pedidos y pagos rápidos, suficientes como para ganarse la confianza de los proveedores chinos, a continuación el comprador realiza un pedido grande y sencillamente rechaza el pago. Siguiendo precisamente esta práctica, el distribuidor americano de electrónica APEX incumplió las deudas con Changhong, el principal fabricante de electrodomésticos de China, de unos 2.500 millones de yuanes, casi equivalente a todos los beneficios netos de la firma desde 1998 a 2003.

Pero hay otros planes más siniestros. Las empresas americanas a menudo se aprovechan de la falta de familiaridad china con el derecho corporativo americano, y establecen una empresa fantasma sin activos con el propósito expreso de hacer pedidos fraudulentamente y luego desaparecer sin dejar rastro, muchas empresas americanas hacen esto repetidamente como un procedimiento estándar. La compañía china de seguros de exportación y crédito descubrió que muchos exportadores en varias ciudades chinas fueron engañados por los mismos compradores americanos de la misma manera. Un ejecutivo de una empresa de gestión de activos que ayuda a las empresas chinas a cobrar deudas en los EE.UU., dijo que las tácticas engañosas utilizadas por las empresas americanas para tratar con firmas chinas consisten en plantillas virtuales ordenadas claramente en precisas categorías, con ejemplos más que suficientes para permitir compilar un historial de sus prácticas de engaño. Parece que todavía se necesitará algún tiempo para que las empresas chinas se familiaricen plenamente con la naturaleza verdaderamente depredadora del capitalismo americano.

 

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 Los escritos del Sr. Romanoff se han traducido a 32 idiomas y sus artículos se han publicado en más de 150 sitios web de noticias y política en más de 30 países, así como en más de 100 plataformas en inglés. Larry Romanoff es consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Es uno de los autores que contribuyen a la nueva antología de Cynthia McKinney “When China Sneezes (Cuando China Estornuda — Cap. 2 — Tratar con Demonios)”.

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Puede ser contactado en: 2186604556@qq.com

 

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