El Coronavirus de China – Cómo le dan la vuelta a las noticias los medios Occidentales
Por Larry Romanoff
Global Research, 5 de Febrero, 2020
Informando desde Shanghai
No es posible entender la situación de las nuevas infecciones de coronavirus en China sin algo de contexto. Pongámonos en la situación de un paciente y un médico. Si a usted se le produce un dolor de cabeza, ¿cuál es su primer pensamiento? ¿Se dice a sí mismo: “Dios mío, tengo un tumor cerebral y moriré”? No es probable. Del mismo modo, si le informa de su dolor de cabeza a un médico, es poco probable que su gama de pensamientos implique su muerte inmediata. Ambas partes asumen que el evento es simplemente un suceso común y típico más, y a menos que haya síntomas inusuales que indiquen la realización de pruebas adicionales, el consejo del médico sería muy probablemente “tómese dos aspirinas y llámeme mañana”.
Esta fue esencialmente la circunstancia en China con el nuevo coronavirus. Los síntomas iniciales de los primeros pacientes eran bastante leves, aparentemente no más que una típica gripe de invierno y por lo tanto no eran de especial preocupación. Sólo después de unas dos semanas, cuando los síntomas se hicieron más severos y los pacientes requirieron hospitalización, los expertos médicos se dieron cuenta de que se trataba de un nuevo contagio.
Después de eso, las cosas sucedieron muy rápidamente con extensas pruebas e investigaciones, el descubrimiento del nuevo coronavirus, la descodificación de todo su genoma y la distribución de ese genoma a la OMS y a otras autoridades, todo ello logrado en unas dos semanas. La rápida reacción y los sólidos resultados de China generaron elogios en todo el mundo por parte de las autoridades. Al mismo tiempo se hicieron anuncios públicos que revelaron los datos disponibles hasta la fecha.
Las autoridades médicas chinas se consolaron inicialmente por el hecho de que las infecciones al principio no mostraban tendencia a propagarse entre los humanos, una bendición que fue debidamente comunicada. No se habían identificado infecciones secundarias, y ningún personal médico se había infectado. Luego, repentinamente, durante esas dos semanas iniciales, tal vez debido a la adaptación o a la mutación, el virus comenzó a mostrar tendencias contagiosas y alrededor de una docena de miembros del personal médico se infectaron repentinamente, aparentemente de un solo paciente.
Esto constituyó un cambio material en las circunstancias, ya que un coronavirus libremente contagioso podría correr desenfrenado por la población. Fue en este punto en el que las autoridades instituyeron inmediatamente la cuarentena efectiva, primero en Wuhan y luego en la mayor parte de la provincia de Hubei, una cuarentena que se ha expandido ahora a varias otras ciudades de otras provincias en un intento de acorralar al virus y prevenir un contagio más amplio. Y de nuevo, la rápida reacción y los sólidos resultados de China generaron el elogio mundial de los funcionarios.
Quiero crear un contexto adicional necesario imaginando una situación hipotética. Una importante empresa farmacéutica descubre que algunos lotes de una medicación frecuentemente recetada pueden haber sido contaminados. Al principio hay todavía pocos hechos y se sabe poco sobre el alcance o la gravedad de la contaminación. ¿Cómo trataría una empresa responsable este asunto?
Esto puede ser contradictorio, pero hacer un anuncio público inmediato sería una imprudencia que podría crear una alarma innecesaria e incluso el pánico, además de dañar la confianza del público y también la de la empresa. Por supuesto, la principal preocupación es el bienestar público, pero la empresa debe primero (hay que reconocer que muy rápidamente) reunir suficientes hechos e información para comprender el alcance del problema y la gravedad de la situación general. Este proceso de recopilación de hechos debería requerir sólo unos pocos días o quizás una semana o dos como máximo, dependiendo de las circunstancias. Los anuncios públicos en ausencia de hechos serían prematuros e incluso irresponsables.
Si se descubre que la contaminación se limita a un pequeño lote que puede ser identificado y retirado antes de su uso, el problema queda resuelto. Si la prueba es que muchos o un número desconocido de lotes pueden haberse contaminado y se desconoce su localización, el problema y el peligro para el público aumentan claramente. Otra preocupación es la naturaleza de la contaminación y el grado de peligro que presenta para la salud pública, ya sea que los efectos de la ingestión de un medicamento contaminado fueran menores o potencialmente letales.
Si los hechos indican que la contaminación podría tener importantes consecuencias negativas para el público y que el alcance es desconocido o no es fácilmente determinable, lo que significa que la contaminación no puede ser contenida fácilmente, entonces se justifica un anuncio público inmediato y de hecho es obligatorio. Sin embargo, nada de esto ocurre en el vacío. En primer lugar, se debe asesorar a las autoridades sanitarias nacionales y pedirles su opinión y orientación en cuanto al contenido y el momento del anuncio público, así como instrucciones sobre los métodos de solución apropiados.
Las decisiones sobre el momento y el contenido de un anuncio público son tomadas por la dirección de la empresa y por la autoridad sanitaria nacional. El personal de base de cualquiera de los dos grupos no participa en este proceso, ya que no tiene los conocimientos ni la experiencia. Normalmente, los ejecutivos de ambos grupos deciden el contenido y nombran a un portavoz para transmitir la información necesaria al público, lo que se hace de manera que se informe pero sin alarmar ni asustar al público.
¿Pero qué pasa si alguien hace un cortocircuito en este proceso? ¿Qué pasa si un empleado de bajo nivel de la compañía farmacéutica se entera de una posible contaminación, asume incorrectamente que la contaminación tiene que ver con el VIH o la peste bubónica, y publica mensajes en las redes sociales a tal efecto?
Esto es precisamente lo que pasó en China con el nuevo coronavirus. Li Wenliang, un médico de bajo nivel de un hospital de Wuhan, se enteró al final de esas dos semanas iniciales de que algunos pacientes habían sido hospitalizados con una infección por coronavirus, que impetuosamente supuso que era el virus del SARS, y luego publicó anuncios en las redes sociales chinas de que el SARS había regresado a China y ya había personas en Wuhan hospitalizadas. Nadie en China ha olvidado el SARS, y estos mensajes provocaron alarma y pánico, especialmente porque fueron enviados en masa a muchos otros destinatarios.
Li fue aprendido e interrogado por la policía, reprendido, y liberado después de una hora. Fue entonces cuando los medios de comunicación occidentales comenzaron su circo. Según la CNN, “Li fue acusado por la policía de Wuhan de fomentar rumores. Fue uno de los varios médicos que la policía puso en su objetivo por intentar denunciar el virus mortal en las primeras semanas del brote”. Además, “Li fue llamado a una comisaría local y reprendido por “difundir rumores on-line” y “perturbar gravemente el orden social” con el mensaje que envió al grupo de chat. Li tuvo que firmar una declaración -de la que la CNN ha visto una fotografía- reconociendo su “falta” y prometiendo no cometer más “actos ilícitos”.”
Las afirmaciones anteriores son esencialmente correctas aunque sesgadas, pero son engañosas sin un contexto. En primer lugar, en China es un crimen fabricar y difundir rumores que alteren el orden social, una parte de la cultura china que los occidentales no pueden entender o se niegan a aceptar.
Li declaró: “Sólo quería recordar a mis compañeros de universidad que tuvieran cuidado”, pero cuando sus sorprendentes mensajes se hicieron virales, admitió: “Cuando los vi circulando por Internet, me di cuenta de que estaban fuera de mi control y de que probablemente sería castigado”. No es una sorpresa. Si la preocupación de Li fuera por unos pocos amigos, los habría llamado o enviado mensajes privados. Li no es un niño, y era plenamente consciente de la viralidad de los mensajes en línea, así como de los protocolos para hacer frente a posibles epidemias. Haber publicado sus afirmaciones abiertamente en las redes sociales sólo podía tener un resultado posible, de hecho el resultado que obtuvo, que fue alarmar y aterrorizar a incontables miles de ciudadanos.
Li no fue reprendido por “decir la verdad” o por ser un “soplón”, como nos dicen la CNN, la CBS y la BBC. Más bien, fue reprendido por un comportamiento público imprudente y por presumir de una autoridad que no poseía. Nadie le nombró portavoz ni de las autoridades sanitarias nacionales ni del hospital. Li no tenía autoridad para hacer tales anuncios públicos prematuros, y sabría muy bien del resultado de un post en WeChat con tal contenido.
En el mismo artículo de la CNN, Li escribió: “Me preguntaba por qué los avisos oficiales (del gobierno) seguían diciendo que no había transmisión de persona a persona, y que no había trabajadores de la salud infectados”. Las autoridades médicas dieron a conocer esa información tan pronto como se verificó y se hizo necesaria la notificación pública, pero Li parecía decidido a denigrarlas con insinuaciones descaradas de estar mintiéndole al público. Al principio sentí cierta simpatía por este hombre, pero debo decir que después de investigar todos los hechos disponibles, incluida su aparentemente ansiosa y repetida accesibilidad a la CNN, me veo tentado a concluir que Li había tenido algún contacto previo con alguien de fuera del círculo médico. Todo su caso ha desarrollado cierto aroma a Liu Xiaobo, una inocente marioneta de Occidente útil para sembrar cierto malestar y proporcionar a los medios de comunicación occidentales munición para destrozar a su propio país.
CBS News, en un artículo de alguien llamado ‘Tucker Reals’, es igual de deshonesto, afirmando que Li “fue amenazado por su gobierno” cuando “trató de dar la alarma sobre el nuevo coronavirus”, de nuevo tergiversando totalmente los hechos. Si la intención de Li era “dar la alarma”, había múltiples canales oficiales para hacerlo. WeChat no es la primera opción, ni para una emergencia médica ni para un tifón. (2)
En lo que respecta a la divulgación en las redes sociales, hubo un segundo grupo de ocho personas, no médicos, simplemente civiles, que también hicieron publicaciones similares en WeChat, pero su propósito era más claramente un reflejo de la preocupación por el bienestar público. Estas personas también fueron interrogadas por la policía, pero fueron liberadas, y más tarde fueron elogiadas por sus acciones. De hecho, para gran sorpresa, el Tribunal Supremo de China hizo una declaración pública sobre este caso, afirmando que esas personas no fabricaron una historia falsa sino que en gran medida presentaron noticias basadas en los hechos (aunque identificaron erróneamente el virus). La declaración de la Corte defendió sus acciones, declarando específicamente que no debían ser reprendidos. Los medios de comunicación occidentales, o bien ignoran este hecho o bien combinan los dos acontecimientos para tergiversar el contexto, ya que contradice firmemente el relato de que el gobierno chino censura y silencia a los que dicen la verdad.
La CNN nos dice: “Desde el principio, las autoridades chinas quisieron controlar la información sobre el brote, silenciando cualquier voz que discrepe de su narrativa – sin importar si estaban diciendo la verdad”. Esa es una declaración retorcida y muy sucia, difamando a China sin ninguna justificación. Por supuesto que las autoridades chinas querían controlar la información sobre este brote, para prevenir precisamente la situación que se produjo con Li. Los reporteros de la CNN sobre esto, Yong Xiong y Nectar Gan, son deshonestos en extremo al afirmar que el propósito de las autoridades era silenciar “voces que discrepan”. De hecho, su propósito era silenciar voces que eran incorrectas y que hablaban sin autoridad. Esto no sería diferente en ninguna otra nación. La sugerencia de Xiong y Gan de que las autoridades sanitarias chinas estaban mintiendo y reprimiendo a otros que decían la verdad, es lo suficientemente calumniosa como para justificar una demanda por difamación contra la CNN y ambos periodistas. Y la deportación. (1)
El alcalde de Wuhan, Zhou Xianwang, admitió que su gobierno no reveló inmediatamente la información sobre el coronavirus. Como declaró en una entrevista con el CCTV, “En virtud de la ley china sobre enfermedades infecciosas, el gobierno local debe informar primero del brote a las autoridades sanitarias nacionales y luego obtener la aprobación del Consejo de Estado antes de hacer un anuncio. Por la tardanza en la divulgación, espero que todos puedan entender que se trata de una enfermedad infecciosa, y que la información relevante tiene canales especiales para ser divulgada de acuerdo con la ley”. No hay nada siniestro aquí.
Hay otro aspecto de la información Occidental sobre los acontecimientos en China, relacionado específicamente con el uso de las redes sociales chinas. No me extenderé en los detalles, pero está bien documentado que varias agencias del gobierno americano, en particular la CIA y la NED, han creado miles de cuentas en Weibo y WeChat que fingen pertenecer a chinos nativos residentes en China, pero que en su mayoría son gestionadas desde Langley, Virginia, y que las utilizan en un intento de promover la deslealtad en China. Este software, así llamado de “identidad falsa”, permite a una sola persona crear y gestionar hasta 1.000 de estas cuentas individuales a la vez, con tal realismo de detalle que parece estar físicamente en el escenario de cualquier evento.
Por lo tanto, existe un problema para saber qué publicaciones en las redes sociales chinas son legítimas y cuáles son de estadounidenses que buscan causar disturbios en China. Fue principalmente por esta razón que el gobierno chino inició un requerimiento de identificación personal para el mantenimiento de esas cuentas.
Un post afirmaba: “El Dr. Li Wenliang es un héroe”, y fingía expresar preocupación por que la “crítica a su honestidad” por parte del gobierno asustara a todos los profesionales de la salud chinos. El post continuaba: “En el futuro, los médicos tendrán más miedo a emitir advertencias tempranas cuando encuentren signos de enfermedades infecciosas”. Este post es casi seguro falso, ya que los chinos entienden muy bien su sistema, y no es probable que ningún chino exprese este sentimiento. Y si los médicos tienen más miedo a emitir “advertencias tempranas” desinformadas e incorrectas en las redes sociales en lugar de hacerlo a través de los canales adecuados, mejor.
Según la CNN, “Sobre el Weibo de Li, decenas de miles han dejado comentarios agradeciéndole por hablar y deseándole un rápido descubrimiento”. “Dr. Li, usted es un buen doctor con conciencia. Espero que se encuentre sano y salvo”, leído uno de los comentarios más valorados. “Si Wuhan hubiera prestado atención a [su advertencia] en aquel entonces y se hubieran tomado medidas preventivas activas”, escribió otro usuario de Weibo, “donde estamos ahora un mes después podría ser una imagen completamente diferente”. Comentarios como estos están en desacuerdo con los hechos y casi seguro que son falsos, originados fuera de China.
De hecho, los chinos han apoyado abrumadoramente el manejo de esta crisis médica por parte de su gobierno, pero parece que los estadounidenses nunca perderán la oportunidad de denigrar a China ni de provocar disturbios e inestabilidad dondequiera que se presente una oportunidad.
Desde entonces, Li ha sido diagnosticado con el nuevo coronavirus, la CNN afirma “Su diagnóstico ha provocado indignación en toda China, donde está creciendo una reacción contra la censura del Estado en torno a la enfermedad y el retraso inicial de la advertencia al público sobre el virus mortal”. Pero en realidad su diagnóstico no provocó nada en China, excepto quizás simpatía, y no hay pruebas de ninguna naturaleza que sugieran una reacción contra “el crecimiento de la censura estatal en torno a la enfermedad”, que de hecho no existe, siendo todas las pruebas muy al contrario. Declaraciones como estas, presentadas sin ninguna base, son simplemente Xiong y Gan destrozando a su propia gente para complacer a sus manipuladores en la CNN.
Por último, parecería apropiado recordar los numerosos casos en los que el gobierno y las autoridades sanitarias de los Estados Unidos cometieron sus propios delitos contra la divulgación y la puntualidad, en muchos casos tardando meses en revelar la información o en formular un plan de acción, y en algunos casos actuando nunca. No deberíamos olvidar demasiado pronto que Vioxx estaba matando tal vez a cientos de miles de estadounidenses durante diez años mientras que todos tenían miedo de dar la voz de alarma, ni tampoco deberíamos olvidar que cientos de millones de estadounidenses han sido inyectados con virus de mono en vacunas contaminadas, pero que nunca se dio la voz de alarma. En los EE.UU. mueren muchas personas cada año a causa de las vacunas contaminadas, la mayoría de ellas innecesarias en cualquier caso, pero aquellos que intentan “tocar el silbato” son amenazados, acosados y ridiculizados. Una mera enumeración de los casos significativos de falta de actuación de los Estados Unidos, de divulgación de información pertinente, incluso de decir simplemente la verdad, sería demasiado larga para incluirla aquí.
Sugeriría que los americanos y sus medios de comunicación se preocupasen principalmente por los problemas americanos. Dado que han demostrado poca capacidad para descubrir soluciones viables para su propia Caja de Pandora a problemas críticos, tal vez deberían abstenerse de regañar o pretender aconsejar al resto del mundo sobre temas que son mucho más pequeños. Es lamentable que los medios de comunicación occidentales tengan tan poca independencia, que sus reporteros tengan tan poca o ninguna experiencia en el mundo real sobre los temas que tratan, que vean a China en particular a través de lentes ideológicas cegadoras, que muestren una fuerte tendencia al extremismo en todos los temas extranjeros y que inevitablemente trabajen para satisfacer una agenda política oculta. No hay aquí nada que justifique ni siquiera un leve pensamiento de confianza.
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Larry Romanoff es un consultor de gestión y empresario jubilado. Ha ocupado cargos ejecutivos de alto nivel en empresas de consultoría internacionales y ha sido propietario de un negocio de importación y exportación internacional. Ha sido profesor visitante en la Universidad Fudan de Shanghai, presentando estudios de casos en asuntos internacionales a las clases superiores del EMBA. El Sr. Romanoff vive en Shanghai y actualmente está escribiendo una serie de diez libros relacionados generalmente con China y Occidente. Se puede contactar con él en 2186604556@qq.com. Es un colaborador frecuente de Global Research.
Notas
(1) https://editi
La imagen destacada es de EPA/STRINGER CHINA OUT
La fuente original de este artículo es Global Research
Copyright © Larry Romanoff, 2020
Traductor: Paco